La tutorización personalizada es la principal característica del software Quantitas. Permite mantener en ciclos semanales un TPA (Tutor Plan Action) sobre el trabajo realizado mediante el sistema, localizando tanto las dificultades en el proceso de aprendizaje como las facilidades manifestadas en la resolución de las actividades.

Esto es posible gracias a una catalogación de los ejercicios con tipología muy precisa en el orden creciente de las dificultades. Cada tipo de actividad contiene además una bolsa variada de ejercicios similares (numéricamente diferentes) y a su vez cada uno de ellos tiene asociada una estadística compleja de las soluciones creadas por todos los alumnos que lo han resuelto. Cada ejercicio tiene por tanto una doble información: la que le corresponde en la tipología didáctica más la que se acumula por la tipología de alumno manifestada en las formas de las soluciones.

Para modelizar a continuación la tutorización con precisión se vectorizan tres tipos de variables: cognitivas, no cognitivas y metacognitivas. Cada ejercicio resuelto por cada alumno acumula por tanto una base de datos propia que permite establecer diferentes conjuntos de relaciones en función de esas variables mencionadas. Entregándose información muy precisa sobre el campo vectorial didáctico que se crea y cuál sería el óptimo en función de la dificultad de la actividad, la experiencia del profesor, el estado del alumno y su entorno familiar próximo.

En consecuencia, todos los actores que influyen en el proceso didáctico tienen a su disposición información exhaustiva sobre la huella que dejan en el avance cognitivo del alumno, con el objeto de encontrar en todo momento los elementos que lo catalizan y apoyan. Nuestro principal descubrimiento con los primeros modelos matemáticos es que el alumno revela la forma de su inteligencia en la resolución de los ejercicios, al mismo tiempo que la información acumulada en cada ejercicio manifiesta por sí mismo la mejor forma didáctica para esa inteligencia encontrada. Hemos observado que hay mucha información tácita en el proceso de aprendizaje que no está visibilizada de forma sistemática, excepto por aproximaciones más o menos intuitivas y acertadas en la experiencia docente individual de los profesores. Solo estamos dando categoría científica a toda esa información que no contradice la experiencia cotidiana, para que se pueda consolidar como materia prima de un sistema didáctico predictivo. Por decirlo brevemente, Quantitas permite la creación de un sistema de cooperación didáctica automático en la medida que atesora la experiencia de todos los profesores, al mismo tiempo que acumula los procesos cognitivos de todos los alumnos. Informando con mucha más precisión sobre el mejor camino para el éxito académico, individual y colectivo.

 

En el proceso de aprendizaje, además de lo aprendido, se descubre el mismo hecho de aprender

En todo proceso cognitivo se revelan aspectos no cognitivos y metacognitivos relacionados con el conocimiento en cuanto objeto conocido. Dicho de otra forma, la conciencia metacognitiva solo se encuentra analizando el mismo conocimiento.

Poseemos por tanto una comprensión implícita de nuestro propio conocimiento, aunque de forma imperfecta. Porque nadie se da cuenta que conoce hasta que no se encuentra conociendo algo. Pero ese conocimiento implícito es difícil de ser percibido por la facilidad que tiene para confundirse con el objeto conocido. Se comporta igual que un buen actor, desapareciendo ante el espectador para ser solo el personaje representado.

Por lo que respecta a la didáctica, el orden para descubrirlo es el siguiente:

  1. Explicación del profesor.
  2. Conceptualización del alumno.
  3. Aprendizaje.
  4. Conocimiento del aprendizaje.
  5. Aprendizaje del aprendizaje.

Por lo tanto, el conocimiento que consigue el alumno no solo alcanza la explicación del profesor, sino que además tiene un movimiento espontáneo locutivo interno que abarca el mismo hecho de conocer. En este segundo nivel intelectivo o metacognitivo se encuentra la llave maestra para que el profesor encuentre la didáctica (secuencia de ejercicios en el caso de matemáticas) más adecuada para el alumno, al mismo tiempo que el alumno encuentra también la estrategia intelectiva más adecuada para acelerar su comprensión y aprendizaje posterior.

Cuando el alumno descubre que en el mismo entender las explicaciones, entiende y aprende su propio entender y aprender, automáticamente comienza a poner en marcha una nueva estrategia de mejora cognitiva autosuficiente, análoga a como ya hizo en su primer año de vida para dejar de gatear y dotarse de movilidad.

Con estas explicaciones se evidencia que el conocimiento no es una mera recepción pasiva. Porque cuando el profesor consigue mostrar información (cognitiva, no cognitiva y metacognitiva) para que los alumnos descubran y perfeccionen sus propios mecanismos intelectivos, consigue al mismo tiempo iniciar un proceso de aceleración del aprendizaje por el mismo descubrirse el alumno conociendo. Por lo tanto, la mejor colaboración que los estudiantes pueden hacer en clase no es tanto incorporar un esfuerzo intelectivo a la explicación del profesor (evidentemente necesario), sino profundizar en la forma que conocen y aprenden. Pues así es como cada uno de ellos puede optimizar su trabajo cada vez mejor, hasta acomodar el perfil de su inteligencia a la asignatura con independencia de las dificultades que vaya encontrando y el esfuerzo necesario para superarlas.

Entender es por lo tanto no solo la posesión de lo entendido, sino también un acto locutivo interno que manifiesta el mismo entender. Y como entender no es algo distinto del mismo acto de entender, cuando los alumnos aprenden pueden ser enseñados sin gran esfuerzo añadido sobre su mismo proceso de aprendizaje. Una vez se incluyen las variables metacognitivas y no cognitivas como algo habitual en el trabajo del aula, los problemas matemáticos (o los relacionados con cualquier otra asignatura) estrictamente metacognitivos y de mayor dificultad analítica aparecen como una evolución natural, pues quedan facilitados como un siguiente paso didáctico no forzado por la madurez del que aprende.

Es muy importante incidir en el hecho de que los estudiantes tienen implícita la capacidad para mejorar ellos solos su propio proceso intelectivo, exactamente igual a como ellos solos aprendieron también a caminar. Fue el mismo Aristóteles quien descubrió este hecho contra el inmovilismo de Parménides, reduciéndolo a un principio de no contradicción por reducción al absurdo: "Quien nega el movimiento lo afirma, pues pensar es moverse [por silogismos]". O como más tarde explicó Henri Lacordaire a Alejandro Dumas, Balzac, Chateaubriand, Lamartine, Montalembert, Ozanam, Victor Hugo, Tocqueville y Ampére... "Pensar es moverse en el infinito".