Introducción

La sociedad actual se caracteriza por una complejidad creciente que está modificando poco a poco el paradigma educativo. Las tensiones que vive son un fiel reflejo de la difícil situación que se desarrolla en los países, por dos motivos principales que producen un gran impacto en los sistemas formativos:

  1. La consolidación de sociedades profundamente desiguales, heterogéneas y multiculturales, consecuencia de los continuos flujos migratorios.
  2. La globalización de la economía y la revalorización de la educación como instrumento para el cambio.

Al mismo tiempo, gracias a la enorme conectividad provocada por Internet, los procesos de generación de contenidos e información han pasado a organizarse de forma neuronal. Es decir, descentralizados y con gran actividad.

Así, lo que en los siglos XVII y XVIII fueron los cafés y salones para los artistas e intelectuales por lo que respecta a los debates, intercambio de ideas y lugar privilegiado para la formación, está surgiendo en la actualidad de forma virtual y a distancia gracias a las redes sociales. Donde grupos de personas desconocidas y de perfiles muy diferentes, se agrupan para compartir experiencias e ideas sobre inquietudes comunes.

Nos encontramos por tanto con una nueva generación de alumnos que no han tenido que acceder a las nuevas tecnologías, sino que han nacido con ellas y se enfrentan a la información y el aprendizaje desde postulados diferentes a los del pasado. Esto supone un desafío enorme para los profesores, para las escuelas, para los responsables educativos y para los gestores de las políticas públicas relacionadas con la innovación, la tecnología, la ciencia y la educación.

La tarea principal es lograr que los alumnos mejoren sus aprendizajes con la utilización de las tecnologías de la información. Pero ello supone configurar un nuevo escenario en las relaciones entre los profesores, los alumnos y los contenidos, al mismo tiempo que se desarrolla una evaluación dual: la propia de los alumnos y simultáneamente la de todo el proceso didáctico.

Pero si es difícil cambiar la forma de enseñar, aún lo es más modificar el sistema utilizado para la evaluación. Por ello es imprescindible la formación de los profesores en las competencias necesarias que les permitan incorporar de forma natural las TIC en su práctica pedagógica.

Habría que tener también en cuenta la penetración de las TIC en los hogares. Estableciéndose nuevas interacciones y actividades en el seno de las familias, al mismo tiempo que se abre un canal de comunicación entre la escuela y la familia que favorece la acción conjunta entre ambos.

La revalorización de la instrucción para el cambio tecnológico y social

Hasta que no se extendió la Revolución Industrial hacia el siglo XIX no se introdujo la idea generalizada de que la salud era no solo una cuestión de orden público, sino un objetivo prioritario para reducir enfermedades y lesiones relacionadas sobre todo con la producción económica. Un trabajador enfermo o lesionado era un operario que había sido formado para su puesto de trabajo pero no podía producir.

Hoy en día los dirigentes políticos comienzan a interiorizar que de forma análoga a la sanidad, sin un elevado nivel de formación generalizado e inclusivo es imposible un desarrollo económico avanzado con garantías de cobertura social, porque siempre se incorporan nuevas áreas a nivel mundial que ofrecen costes más reducidos en las manufacturas y servicios de bajo valor añadido.

Por lo tanto y con independencia de la realidad concreta, nadie pone en duda que el conocimiento se ha consolidado como el elemento central y origen y motor del desarrollo y crecimiento de las sociedades avanzadas. Por eso es imprescindible lograr una instrucción pública de calidad y accesible para todos con el objetivo de alcanzar los elevados niveles de competitividad, productividad y eficiencia que las nuevas economías avanzadas ya están necesitando. Las razones que destacan son las siguientes:

  • La importancia creciente de la innovación y el conocimiento en las sociedades más ricas hacen de la educación una inversión con alta tasa de retorno por la aparición de empresas y empleos de alta cualificación.
  • La educación sigue siendo considerada como el principal campo de reducción de desigualdades del futuro y de superación de la reproducción intergeneracional de la pobreza.
  • En un momento de crisis de proyectos de transformación social y emergencia de la dimensión cultural del desarrollo, la educación debe permitir repensar críticamente la realidad, idear nuevos proyectos colectivos y aprender a vivir en un mundo multicultural.

Parece entonces evidente que la introducción de las TIC en la educación deberá estar dirigida de alguna forma a promover no sólo el aprendizaje y la formación, sino también toda una serie de capacidades y competencias que permitan seguir el curso de los acontecimientos sociales. Es decir, aproximar la tecnología a la educación debería producir unas expectativas en línea con las necesidades mencionadas:

  • Un mayor desarrollo económico.
  • Una mayor equidad social al romperse la llamada “brecha digital”.
  • Un aumento de la calidad educativa y un avance pedagógico que permita resolver la multiculturalidad e integrar la globalización.

Así que los gobiernos se han sumado a estas expectativas, apoyando políticas educativas en favor de las TIC con cuatro fases bien diferenciadas:

  1. Alfabetización informática.
  2. Introducción del hardware e incorporación curricular.
  3. Incorporación como lema político y motor de cambio.
  4. Desencanto por los pobres o nulos resultados.

Es decir, para sorpresa de muchos expertos, el desencanto final es algo que se produce de forma recurrente a nivel internacional, país por país. Pues los tres primeros puntos nunca terminan de cumplirse de una forma satisfactoria.

Aun así, los profesionales de la educación han interiorizado perfectamente que el aprendizaje ha dejado de ser un proceso que se desarrolla en una única etapa de la vida, para pasar a ser un continuo permanente. Y que los docentes deben incentivar la automatización de toda una serie de destrezas que proporcionen a los alumnos la autonomía necesaria para que eso se produzca. Pues hemos modificado tan radicalmente el medio ambiente y entorno social que ahora tenemos que modificarnos a nosotros mismos para existir en él.

Nuevo planteamiento para incorporar las TIC en la educación

Con el objeto de superar ese desencanto generalizado, tal vez sea más útil desplazar la discusión desde los motivos que hacen necesarias las TIC en la educación hacia los objetivos educativos que se buscan.

Se trata de un problema muy complejo, porque no existen soluciones consensuadas. Pues como la organización y el funcionamiento de las escuelas permanecen en las mismas dinámicas de los últimos siglos, es necesario plantearse junto con los objetivos qué es lo que cambia y qué permanece cuando se introduce una innovación de estas características.

Los objetivos a analizar deberían estar enmarcados de alguna forma en estos tres puntos:

  1. Promover una mejora cualitativa que aumente el rendimiento académico de los alumnos.
  2. Entregar al profesor una herramienta que le facilite y refuerce la práctica docente.
  3. Facilitar una valoración permanente que permita conocer hasta qué punto se están consiguiendo los objetivos de los dos primeros puntos.

Por lo tanto, es necesario comprender que el primer uso de cualquier tecnología consistirá siempre en un esfuerzo por hacer mejor lo que ya se está haciendo, evaluándolo de forma objetiva. Y sólo después podrán plantearse esas mejoras como una plataforma para cambios posteriores.

Hasta el momento presente las TIC solo han conseguido (en un alto porcentaje de intentos) introducir en las aulas “ruido tecnológico”. Es decir, se han empleado sistemas que favorecen la distracción de los objetivos académicos. Por eso no existe un apoyo empírico contrastado que garantice que su uso ha contribuido a alguna mejora educativa de carácter global y verificable por pares, según un método científico. Porque resulta extremadamente difícil establecer relaciones causales entre las nuevas tecnologías y las mejoras en la calidad didáctica o pedagógica.

Para tener éxito, el planteamiento debe comenzar sobre la realidad

La realidad nos dice que la introducción de las tecnologías en la educación a nivel internacional es cualquier cosa menos homogénea.

  • Los estudios comparativos internacionales y regionales muestran con claridad que, en general, las expectativas y los discursos típicos están sensiblemente alejados de lo que ocurre en los centros educativos y en las aulas. Hay enormes diferencias entre países o regiones dentro del mismo país en lo que concierne a la incorporación de las TIC en la educación. Mientras en algunas naciones la práctica totalidad de los centros cuenta con un elevado nivel de equipamiento y banda ancha, en otros lugares ni existe Internet. Es decir, no hay un panorama homogéneo. Aún en los lugares con amplias posibilidades de acceso, los niveles de uso de las TIC en el entorno escolar son extremadamente bajos. Hasta el punto de que no pueden equipararse a los que los propios alumnos desarrollan fuera del entorno escolar. Las cifras disponibles arrojan un balance pobre y muy alejado de las expectativas iniciales.
  • Además de la escasa práctica por parte de profesores y alumnos, estas tecnologías demuestran una capacidad muy limitada para promover procesos de innovación y mejora de las experiencias educativas. Por lo tanto, se puede decir sin temor a equivocarnos que la realidad enseña que los equipos informáticos y el software son condición necesaria, pero no suficiente.
  • En base a la realidad de los dos puntos anteriores y al nuevo planteamiento apuntado más arriba, hay que reconfigurar el punto de entrada para poder garantizar el éxito. Es decir, se trataría más bien de crear un sistema que trabaje prácticamente como un segundo profesor o ayudante de aula. Así que la introducción de las TIC no consistirá tanto en modificar el currículo o la didáctica habitual, sino en repensar su lógica y perspectiva.
  • Las líneas maestras deberían incluir las siguientes ideas base:
  1. Una formación dedicada, tanto para el profesor como para el alumno.
  2. Transparencia en los procesos del sistema, de forma que requieran de poco aprendizaje y sean muy cómodos de usar.
  3. Que se permita una evaluación continuada y objetiva del progreso en el aprendizaje de los alumnos, de forma tutorizada a nivel individual.
  4. El sistema debe actuar en el fondo como un segundo profesor en el aula, que colabore y no entorpezca la didáctica del docente al cargo de la asignatura.
  5. Parece muy útil para los alumnos que toda la didáctica se desarrolle dentro de una motivación positiva y por objetivos.
  6. Con el trabajo colaborativo se deberán enriquecer tanto los profesores como los alumnos, pero cada uno a su nivel. Es decir, entre los profesores y entre los alumnos, pero en planos separados. Los primeros para compartir sus experiencias profesionales, los segundos para entrelazar sus usos habituales en las redes sociales con el trabajo del colegio.
  7. Finalmente, es clave que se pueda gestionar con gran facilidad una atención personalizada y a la diversidad, tanto por las diferentes características personales o culturales de los alumnos, como por sus diferentes niveles de conocimiento de las materias y perfiles de inteligencia. Y esto tanto para un grupo como para casos particulares.

La realidad también impone asumir desde el primer momento que los profesores tienden a hacer un uso de las TIC en coherencia con sus pensamientos pedagógicos y su visión de la enseñanza, la didáctica y el aprendizaje.

Y hay dos grandes grupos de profesores:

  • Los que tienen una visión más transmisiva, usan las TIC para reforzar sus estrategias de presentación y transmisión.
  • Los que tienen una visión más activa, las emplean para promover actividades de exploración, el trabajo autónomo y la interacción colaborativa.

Por lo tanto, posiblemente el error más grave en la introducción de las TIC sea imponer un determinismo pedagógico o didáctico dentro de una línea establecida de antemano, ajena en la mayoría de los casos a la propia experiencia docente. Pues el potencial que tienen las TIC para transformar, innovar y mejorar las prácticas educativas depende directamente del enfoque o planteamiento pedagógico que pone en marcha el profesor en su uso. Y no del sistema propiamente dicho.

Esto es así, porque las relaciones entre la tecnología y la didáctica (o pedagogía) son mucho más complejas de lo que se había supuesto en un principio. De forma que tienen muy mal encaje cuando se hace un reduccionismo excesivo de la problemática bien desde la parte tecnológica, bien desde la vertiente educativa.

Por lo tanto y a modo de conclusión:

  • La incorporación y uso de las TIC no producen de forma automática una transformación, innovación y mejora de las prácticas educativas.
  • Pero algunas aplicaciones tienen una serie de características específicas que abren nuevos horizontes y posibilidades, en la medida que se adaptan a la didáctica de cada profesor.
  • Explotadas adecuadamente y en determinados contextos, las TIC provocan dinámicas de mejora sustancial muy difíciles de conseguir cuando no se han introducido. Este es precisamente el camino que garantiza el éxito final.

  Alumnos

Mejoras para los alumnos:

  • Reciben respuesta inmediata de su trabajo.
  • En caso de no resolver los ejercicios, el profesor puede ayudar de forma adecuada y exacta a sus niveles de conocimiento.
  • Si se superan los ejercicios se puede acceder a otro nivel superior.
  • Si no se supera el nivel, se ofrece el desarrollo del ejercicio resuelto para que se entienda. A continuación se pueden repetir más ejercicios del mismo nivel hasta adquirir la habilidad matemática para resolver el tipo de actividad.
  • Pueden practicar tantos ejercicios como quieran, en el colegio o en casa.
  • Disponen de una comparativa constante de su nivel con respecto al resto de la clase.
  • Se introduce a los alumnos en una cultura de aprendizaje tradicional pero audiovisual e interactiva, desde habilidades adquiridas con hábitos de trabajo reforzados por el sistema.

  Familias

Mejoras para las familias:

  • Disponen de una herramienta de supervisión objetiva sobre el trabajo de sus hijos.
  • Pueden incorporarse al trabajo didáctico del profesor con gran facilidad.
  • Disponen de la capacidad de añadir actividades y repasar, reforzar o avanzar los contenidos con sus hijos.
  • Se objetiviza con claridad y transparencia la calidad educativa.
  • Los padres consiguen para sus hijos una mejora sustancial en la instrucción, con independencia de su nivel socioeconómico.

  Profesores

Mejoras para los profesores:

  • Disponen de una herramienta para agilizar el programa académico haciendo avanzar con solidez los contenidos.
  • Reciben informes inmediatos del trabajo de su clase, que le permiten evaluarla globalmente y a cada alumno en particular.
  • No deben esperar a corregir deberes o controles, descargándose en parte de esta labor.
  • Avanzan con garantías, conociendo en qué conceptos insistir porque hayan quedado dudosos o no comprendidos.
  • Pueden particularizar su acción en el segmento de alumnos con una nota baja y/o alta.
  • Atienden mejor a cada alumno y sus habilidades, optimizando con eficiencia el rendimiento de todo el grupo.
  • Puede encargar una mayor praxis al alumno en casa desde Internet, apoyada y supervisada por los padres.
  • Disponen de informes objetivos y transparentes para los padres.

  Colegios

Mejoras para los colegios:

  • Proporciona al profesorado de matemáticas la herramienta adecuada para satisfacer las exigencias de calidad educativa que todo colegio desea ofrecer.
  • Introduce al alumno en una metodología de trabajo exigente y contrastada con el grupo, asimilando la formación en el aula a la necesaria para desarrollar posteriores habilidades sociales.
  • Se genera un incremento del nivel académico de los estudiantes.
  • El centro aprovecha de forma real las nuevas tecnologías, adecuándolas a la formación y no al contrario.
  • Ofrece a los padres una educación para sus hijos acorde con el desarrollo tecnológico que encontramos fuera de las aulas.