Paraguas

La IA va a provocar cambios significativos en el mercado laboral. Se esperan modificaciones tanto en la estructura del empleo como en el salario medio de las profesiones, que se verán reducidos en muchos casos. Aunque al mismo tiempo es previsible que aumenten los salarios más bajos y más altos. Este fenómeno se conoce como polarización del trabajo. Se debe al desarrollo tecnológico que favorece las competencias y habilidades técnicas, pues produce una demanda sobre los profesionales más cualificados y con mejores habilidades. Pero al mismo tiempo aumenta la productividad de los operarios con bajas capacitaciones, que con escasa formación consiguen retornos económicos muy superiores.

No obstante esta polarización, conviene destacar que muchas profesiones relacionadas con labores rutinarias y repetitivas van a tener los empleos con mayor facilidad de sustitución. Porque los sistemas de computación y robotización pueden terminar realizando sus tareas de forma mucho más eficiente. Esto mismo es lo que ha sucedido en anteriores revoluciones industriales. La diferencia en esta ocasión es que la IA va a sustituir también profesionales de alta cualificación como médicos y abogados, aunque al mismo tiempo genere un elevado número de profesionales en nuevas tareas complementarias a esa misma IA.

Se cree que en un periodo de cinco años se empezarán a demandar más analistas de datos, encargados de diseño, pensamiento crítico, inteligencia social, así como programadores y desarrolladores de software. Incluso se pronostica un cambio general en los planes de estudios a partir de 2020. Se calcula que el 54% de todos los empleados necesitarán formación en nuevas habilidades durante los próximos cinco años, se tratará de capacitación centrada en internet móvil de alta velocidad, inteligencia artificial, análisis de big data y cómputo en la nube. Con lo que se impulsará la demanda de un nuevo tipo de fuerza de trabajo que convivirá con la llegada de las máquinas. De hecho el informe menciona que los humanos deberán adaptarse a este escenario que les va a exigir mayor preparación, algo que va a ser una tarea conjunta de empresas, gobiernos y los mismos trabajadores.

En resumen en los próximos siete años nos enfrentaremos a un cambio radical en cuanto a responsabilidades y una importante transformación dentro de los mercados laborales mundiales. Si se maneja el cambio con prudencia nos conducirá a una nueva era de buenos trabajos y una mejor calidad de vida para todos. Pero si se hace mal, se ampliarán los problemas laborales y el desempleo crecerá, aumentará la desigualdad y la sociedad quedará todavía más polarizada.

El problema español

Por lo que respecta a España, se está observando desde la década de los 80 una manifiesta incapacidad para crear amplios nuevos sectores privados que sustituyen los trabajos perdidos en otros frentes productivos, excepto creando burbujas inmobiliarias o extendiendo con fuerza el gasto en nóminas públicas. En efecto, el grueso del nuevo empleo generado desde el severo proceso de desindustrialización llevado a cabo durante la Transición se ha producido en las administraciones, el sector de la construcción y la actividad nacional por antonomasia: el turismo y la hostelería. Desaparecida la especulación inmobiliaria desde la Gran Recesión de 2008, la forma de resolver la falta de trabajo ha sido una vez más mediante gasto público y sobre todo precarizando el empleo, especialmente el temporal del turismo. La confirmación de esta tendencia está bien expresada en los siguientes gráficos del informe de la OCDE sobre la capacidad de las economías desarrolladas para crear puestos de alto valor añadido relacionados con las nuevas tecnologías: España se encuentra en los últimos puestos. Es decir, estamos ante una economía que no es capaz de adaptarse a los cambios laborales con rapidez y flexibilidad, mucho menos si se trata de crear con amplitud empleo TIC de calidad y bien remunerado:

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Cabe presuponer entonces que para el caso nacional nos encontramos ante una tendencia secular, por lo que respecta a la incapacidad para regenerar el mercado laboral a lo largo de la historia y crear nuevas estructuras de capital que lo permitan. No es este el lugar para discutir la cuestión, pero hay abundante bibliografía al respecto y con estudios desde perspectivas muy diferentes y complementarias. Aunque un resumen certero y de gran profundidad ya lo ha realizado César Molinas hace unos años. Los ciudadanos debemos por tanto estar advertidos, porque no vamos a encontrar apoyos en la política (más allá de anuncios cosméticos o electorales en los medios) y mucho menos en los intereses creados del statu quo dominante. El tradicional inmovilismo hermético del sistema educativo es solo una manifestación más de un problema de fondo con mucho más calado. Que además algunas comunidades estén usando este elemento fundamental de la sociedad para adaptarse a los cambios exclusivamente como ariete para construir identidades nacionales es solo una confirmación evidente del mismo problema.

La Inteligencia Artificial elimina empleo, pero también lo crea. Previsiones para China

A medida que los ingresos extra generados por los avances tecnológicos se van reciclado en la economía, se va generado una nueva demanda de mano de obra humana y en general todavía hay muchos puestos de trabajo para todos, aunque hay una competencia internacional por la creación de empleo.

Sin embargo una nueva generación de máquinas inteligentes, impulsada por los rápidos avances en inteligencia artificial (IA) y robótica, podría reemplazar potencialmente a una gran parte de los trabajos humanos existentes. Si bien se crearían nuevos empleos como en el pasado, la preocupación es que podría no haber suficientes puestos para todos, sobre todo porque el costo de las máquinas inteligentes disminuye con el tiempo y sus capacidades aumentan al mismo tiempo que los nuevos perfiles profesionales requieren de una capacitación muy superior.

Hay un elemento de verdad en este argumento: varios estudios sugieren que a mediados de la década de 2030 hasta el 30% de los empleos existentes en la OCDE podrían estar en riesgo potencial de automatización. Pero esta no es toda la verdad por dos motivos principales, que se han estudiado con más detalle en una investigación reciente publicada sobre China y Reino Unido.

En primer lugar, el hecho de que un trabajo tenga el potencial técnico para ser automatizado no significa que esto definitivamente vaya a suceder. Existen una variedad de factores económicos, políticos, normativos y organizativos que podrían bloquear o al menos retrasar considerablemente la automatización. El análisis de riesgo probabilístico es que solo un 20% de los puestos de trabajo existentes en el Reino Unido pueden ser desplazados por la IA y las tecnologías relacionadas durante los próximos 20 años hasta 2037, llegando a un 26% en China debido al mayor potencial de automatización, especialmente en la manufactura, la industria y la agricultura. A este fenómeno se le llama ‘efecto desplazamiento’.

En segundo lugar y lo que es más importante, la IA y las tecnologías relacionadas también impulsarán el crecimiento económico y crearán muchas oportunidades de empleo adicionales, al igual que lo han hecho otras olas pasadas de innovación tecnológica. En particular, los sistemas y robots de inteligencia artificial impulsarán la productividad, reducirán los costes y mejorarán la calidad y la gama de productos que las empresas podrán producir.

Como resultado de esto las empresas exitosas aumentarán las ganancias, muchas de las cuales se reinvertirán en esas compañías o en otras empresas por parte de los accionistas que reciban dividendos y obtengan ganancias de capital. Para mantenerse competitivas, las empresas tendrán que trasladar la mayoría de estos beneficios a los consumidores en forma de precios más bajos (ajustados por calidad), lo que tendrá el efecto de aumentar los niveles de ingresos reales. Esto significa que los hogares podrán comprar más con su dinero y, como resultado, las empresas tendrán que contratar más trabajadores para responder a la demanda adicional. A este hecho se le llama ‘efecto ingreso’ y compensa en parte el efecto de desplazamiento en los puestos de trabajo.

Para el Reino Unido el impacto neto estimado en el empleo es neutral en términos generales. Se proyecta que alrededor de siete millones de empleos (el 20%) serán desplazados, pero se creará una cantidad similar de empleos nuevos. Un análisis más detallado sugiere ganancias netas significativas en el trabajo en sectores como el cuidado de la salud, donde la demanda aumentará debido a una población que envejece, pero donde también hay límites al alcance de la automatización debido a la continua necesidad de un contacto humano. Importantes desplazamientos laborales compensarán estas ganancias en áreas como la fabricación y, a medida que los vehículos sin conductor se extienden en toda la economía, en el transporte y la logística.

Para China se estima un impacto neto negativo en el empleo agrícola, continuando con una tendencia que viene de lejos, más que compensada por los grandes aumentos en la construcción y los servicios. En cuanto a la asistencia, la salud será un área con un considerable potencial de ganancias netas de empleo dado el rápido envejecimiento de la población de China.

Un resultado que puede parecer sorprendente es que la previsión del impacto en el empleo del sector industrial de China terminará siendo neutral en términos generales. Esto refleja el hecho de que, si bien habrá un margen considerable para una mayor automatización en la fabricación a medida que los salarios se eleven, también se estima que China tomará la iniciativa internacional en la fabricación de productos mejorados con IA (robots, vehículos sin conductor, drones, etc.) que surjan de esta cuarta revolución industrial. Por lo que exportará su ‘efecto sustitución’ a los países que no avancen en esa línea.

De manera más general, el gran impulso a la economía china por parte de la inteligencia artificial y las tecnologías relacionadas (que podría ser más del 20% del PIB para 2030) elevarán los ingresos reales totales. Generando una nueva demanda de bienes y servicios que requerirá trabajadores adicionales para su producción, especialmente en áreas que son más difíciles de automatizar. Provocando finalmente la aparición de una nueva clase media al mismo tiempo que va desapareciendo en los países que quedan rezagados e importen de China ese ‘efecto sustitución’ mencionado.

Un ejemplo de esto es que China tiene en circulación el 99% de los autobuses eléctricos del mundo, comenzando a moverlos sin conductor. Lo que va a entregarle un liderazgo internacional indiscutible dentro de un decenio en los vehículos de transporte para personas. El desempleo que produce esta nueva tecnología ya está siendo compensado por la aparición de nuevos profesionales más cualificados y con mayor poder adquisitivo mientras está siendo creada y comercializada, pero solo en China. Porque allí donde se exporten esos autobuses eléctricos y su tecnología autónoma terminarán desapareciendo los conductores y en consecuencia aumentando el desempleo: Es decir, creando la tendencia del mercado China exportará con su tecnología el desempleo que ha conseguido evitar.

Si bien las estimaciones sugieren que los temores de un desempleo tecnológico masivo a nivel internacional son probablemente infundados, esta idea no es una receta para la complacencia. Porque al igual que con las revoluciones industriales anteriores, esta nueva revolución provocará considerables trastornos tanto en los mercados laborales como en los modelos de negocio existentes a nivel internacional. Produciendo una creación y destrucción de empleos semejante a otras épocas con la diferencia que estos cambios serán globales y muchos países que en la actualidad se encuentran más o menos industrializados podrían quedar descolgados y perder buena parte de su bienestar económico y logros sociales conseguidos. España está comenzando a mostrarse a nivel internacional como un caso paradigmático al respecto: Diez años después de concluir la burbuja inmobiliaria todavía no ha sabido encontrar un relevo económico excepto más turismo y más precariedad laboral.

Las previsiones son que en las próximas dos décadas China va a desplazar unos 200 millones de puestos de trabajo existentes, lo que exigirá a los trabajadores traslados a sectores de la industria y lugares donde se crearán los nuevos empleos. Desde principios de la década de 1980 China ha vivido movimientos de trabajadores del campo a la ciudad aún más grandes, pero el proceso no será fácil. Pues por el envejecimiento de su población podría ser necesario un aumento de la inmigración para satisfacer la demanda de trabajadores adicionales. Es decir, además de exportar su ‘efecto sustitución’ podría terminar siendo un polo de atracción de talento internacional retroalimentando así las dificultades de los países que se queden a la zaga.

Tanto los gobiernos como las empresas influyen en la optimización de los beneficios de la IA y las tecnologías relacionadas, al tiempo que se minimizan los costes. Esto último requerirá un aumento de la inversión en capacitación de nuevos trabajadores para nuevas carreras y potenciar sus habilidades digitales. Pero también reformular el sistema educativo para enfocarse en habilidades humanas que son menos fáciles de automatizar: creatividad, cooperación, comunicación personal y habilidades gerenciales y empresariales. Las empresas también tienen un papel que cumplir en el fomento de una cultura de aprendizaje permanente entre sus trabajadores.

Los gobiernos deben tomar acciones claras y contundentes para que la IA impulse el crecimiento económico y por lo tanto la recaudación impositiva. Esto debería permitir el fortalecimiento de las redes de protección social y los sistemas estatales de salud y asistencia. En caso contrario podrían quedar seriamente comprometidos. Por lo tanto, cuando un gobierno no tiene iniciativa sobre la IA provoca no solo un proceso de desindustrialización en primer lugar, sino también introduce en segundo lugar a su país en un círculo vicioso de empobrecimiento y reducción de políticas sociales por merma generalizada de la recaudación fiscal.

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